domingo, 11 de enero de 2009

Estrategias de mejoramiento social


Preferentemente llamamos revolución industrial y no proceso de industrialización, a los factores de cambio que intervinieron en el siglo XIX y a fines del siglo XVIII, y que realmente cambiaron en forma muy rápida y muy significativa nuestros niveles de producción, de consumo, y de bienestar.

Esperemos que podamos llamar revolución socio-financiera (o de alguna otra manera similar), a los desequilibrantes factores de cambio que podrían producirse en el siglo XXI, y que podrían ellos determinar un salto cualitativo espectacular en lo que se refiere al manejo de ciertas problemáticas sociales, las que en apretada síntesis enumeramos a continuación: (a) brecha entre ricos y pobres; (b) inequidades varias en lo que se refiere a educación, a cultura, y a empleo; (c) ocurrencia de ilícitos (violencia callejera, robos y rapiñas, narcotráfico, morosidad fiscal y defraudación fiscal, corrupción administrativa y política, incumplimientos contractuales, etcétera); (d) calidad de vida en cuanto al entorno social-familiar, y también con cuanto al entorno medioambiental.

Pero no seamos ingenuos. Si no hay cambios cualitativos en nuestra organización social y financiera, no podremos alcanzar mejoras sustantivas en cuanto a las problemáticas sociales recién señaladas.

Pensemos por ejemplo en los robos y las rapiñas. Estos asuntos no van a poder solucionarse con más policía y con mayores penas, sino con una nueva estructura socio-financiera que de hecho reduzca en forma drástica las posibilidades de obtener beneficios a través de los robos y de las rapiñas. ¡Por favor! Dejemos de hacer trampas al solitario. Dejemos de seguir jugando a los policías y a los ladrones.

Y otro tanto ciertamente también podríamos decir en cuanto a las otras enfermedades sociales antes enumeradas.

Recordemos ese dicho popular, que en el contexto de estas elucubraciones claramente se transforma en un emblemático adagio: “La ciudad que está más limpia, no es la que más se limpia, sino la que menos se ensucia”.

Con la implementación de reformas audaces y creativas, orientadas a reducir gastos improductivos, y/o a aumentar la productividad y la eficiencia en las estructuras estatales, y/o a racionalizar los manejos administrativos y financieros en amplios sectores de actividad, se posibilitaría la obtención de abundantes recursos para dedicarlos a los sectores más significativos y trascendentes: educación, investigación, salud, sanidad, alimentación, energía, desarrollo sustentable y amigable con el medio ambiente, estructuración equilibrada de relaciones sociales, mantenimiento de la diversidad lingüística y cultural.

He aquí un posible camino que tal vez nos pueda llevar hacia una estructuración social más plena, más equitativa y equilibrada, con mayores y mejores oportunidades para todos.

He aquí un camino que tal vez podamos transitar, en la medida que nos atrevamos a utilizar monedas telemáticas y escriturales.

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