martes, 13 de enero de 2009

Las políticas fiscales no están respondiendo a los desafíos; debemos abandonar la ortodoxia fiscal


Diferentes países implementan sus políticas fiscales y sus estrategias impositivas de maneras diferentes, y obviamente las consecuencias o los efectos son diferentes en uno u otro caso.

De todas formas y desde mi óptica, y desde mi enfoque personal, todas las actuales estrategias fiscales aplicadas en las diferentes naciones del mundo tienen varios puntos en común: (1) Implementan mecanismos administrativo-recaudatorios de mediocre calidad, (2) Los efectos en la economía a veces son inciertos, fruto de las inconsistencias y de los desaciertos, (3) Las políticas fiscales no logran ser convenientemente finalistas, (4) Las bases imponibles en muchos casos no están bien constituidas y no responden a criterios sociales, (5) Los costos de administración de la estructura fiscal son elevados, (6) En muchos casos los sistemas son de difícil y compleja respuesta por parte de los contribuyentes, exigiéndoles atención respecto de vencimientos y respecto de formas de pago, exigiéndoles también declaraciones juradas y aún el cálculo de los propios impuestos a pagar, asuntos todos que recargan al usuario y le restan tiempo y energía que podría estar destinada a la producción y/o al esparcimiento creativo y/o a la reflexión crítica y/o a la propia formación cultural y profesional, (7) En los sistemas fiscales actuales se comete el peor de los desacierto sociales, la peor de las injusticias sociales, en el sentido que no se logra eficiencia en cuanto al combate a la morosidad fiscal y a la evasión fiscal, aspectos que sin duda constituyen la peor de las injusticias, pues ya no es que se le solicite un esfuerzo fiscal paritario tanto a ricos como a pobres, sino que algunos ricos casi no pagan impuestos porque evaden, mientras que algunos pobres se avivan, pasan a la informalidad, y directamente dejan de pagar impuestos.

¿Qué hacer? ¿Qué actitud tomar? Puesto que impuestos hay que cobrar. Puesto que sistemas fiscales tiene que haber.

En mi modesta opinión se requiere una profunda y completa reforma de los sistemas fiscales, orientando la recaudación de los impuestos para que ella sea contemporánea con los actos y hechos gravados, recaudación que debe estar intensamente automatizada, que debe ser de cobro compulsivo a través de mecanismos de débitos en cuenta, que debe eliminar figuras intermedias como el del agente de retención, y que debe desligar a los contribuyentes del cálculo de sus impuestos y aún de preocuparse por pagar los mismos.

Todas estas nuevas características de los sistemas fiscales que en un análisis superficial parecen tan utópicas, serán perfectamente posibles en la futura sociedad telemática controlada a través del dinero telemático. Y para una profundización de estos conceptos, me remito a las informaciones y documentos ya disponibles en los espacios web de la serie Digimundo. Información equivalente y tal vez de consulta más cómoda también se presenta en las publicaciones realizadas por Ediciones Cúdita; estas publicaciones son de distribución gratuita en su formato digital, y pueden ser solicitadas a: cudita1@yahoo.es

Y una cosa más. Se dirá bueno, las soluciones finales están muy lejos en el horizonte pues probablemente la sociedad telemática en su versión madura recién estará disponible luego de pasadas tal vez varias décadas y aún varios siglos. Bueno, puede ser que la expresión madura de la nueva organización social que estoy imaginando tarde bastante en ser alcanzada, pero reformas preparatorias pueden ser implementadas en forma inmediata y no necesariamente al unísono en muchos países, y por tanto hará falta tal vez un año para el estudio de las soluciones legislativas y administrativas, y la aplicación luego podría darse en forma casi inmediata y con resultados tangibles observables en forma casi inmediata.

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