domingo, 11 de enero de 2009

Nuestra visión sobre los enfoques partidarios


RESUMEN – Aclaración de las principales características que corresponden a la izquierda política, a la derecha política, y al centro político, y breve reflexión sobre una posible y futura orientación político-ideológica a la que genéricamente se designa como ciber-reformismo, o reformismo cibernético, o reformismo telemático.

Los partidos políticos

En política, el término “izquierdismo” comenzó a utilizarse en Francia en la época de la Restauración Monárquica (aproximadamente en el año 1814). En aquel período histórico dicha denominación designaba al conjunto de los diputados liberales y revolucionarios, quienes precisamente tenían por hábito sentarse en el sector izquierdo del semiciclo donde se reunía la Asamblea General. Estos diputados estaban en pugna y se oponían a los diputados dinásticos, quienes precisamente tenían por hábito sentarse en el sector derecho del semiciclo donde se llevaban a cabo las deliberaciones y los debates.

Con el tiempo estas denominaciones ampliaron su sentido, y entonces la izquierda política comenzó a designar a las organizaciones políticas y a las organizaciones sociales y sindicales que se proponían cambiar el ordenamiento político-social instituido, mientras que la derecha política comenzó a designar lo opuesto, vale decir, comenzó a designar a las organizaciones políticas y sociales que apoyaban el ordenamiento jurídico-institucional existente, y que por tanto y en este sentido eran más conservadoras y más continuistas.

En el siglo XIX, el izquierdismo estuvo ligado a los partidos políticos reformistas y progresistas, así como a la conformación de los ideales socialistas y del socialismo, y así como a la reafirmación del parlamentarismo, como forma de construir un sistema republicano, o como forma de equilibrar el poder resolutorio y ejecutivo representado generalmente por un monarca. En aquella época y dentro del izquierdismo ciertamente pronto aparecieron distintas tendencias, entre las que corresponde destacar (1) a la izquierda revolucionaria (al izquierdismo revolucionario), ideario que proponía destruir el sistema de poder existente en forma más o menos violenta y a través de una revolución armada, y el que por lo general no defendía a los sistemas republicano-democráticos, (2) a la izquierda reformista, concepción que proponía cambiar el sistema jurídico-institucional existente desde el interior del mismo y en forma progresiva, y (3) a la izquierda burguesa liberal (al izquierdismo burgués liberal), ideario que simplemente intentaba corregir las deficiencias más importantes de las estructuras organizacionales existentes, tratando a la vez de asegurar a su grupo el liderazgo en el control del Gobierno, en desmedro del que históricamente habían ejercido la nobleza y el clero.

A riesgo de ser excesivamente esquemático, puede decirse que luego del triunfo de la revolución bolchevique de 1917 en Rusia, y luego de la III Internacional o Internacional Comunista fundada en Moscú en 1919, los partidos políticos entonces emergentes se clasificaron más o menos claramente en: (a) partidos revolucionarios (partidos comunistas), (b) partidos revisionistas (partidos social-democráticos y partidos socialistas), y (c) partidos políticos más moderados agrupados bajo la denominación genérica de partidos centristas (de origen predominantemente burgués). Ciertamente todos estos partidos políticos en mayor o menor grado se oponían a los entonces llamados (d) partidos derechistas, que eran los que históricamente defendieron el ordenamiento monárquico, así como las posiciones ideológicas más distantes del izquierdismo y más recalcitrantemente anticomunistas y antisocialistas.

Dentro de un mismo partido político o dentro de una misma coalición política, los términos “izquierda” y “ultra-izquierda” hacen referencia a las tendencias reformistas más radicales y exaltadas, mientras que los términos “derecha” y “ultraderecha” designan a las tendencias conservadoras más radicalizadas y extremistas.

La izquierda política y la derecha política han estado en permanente oposición una con la otra, han estado en permanente confrontación dialéctica en el pensamiento y en la acción, ya que tienen objetivos contrapuestos. La primera intentando cambiar o reemplazar el orden político y social instituido en forma más o menos importante, mientras que por su parte la segunda intentando conservar dicho ordenamiento político y social, y eventualmente y en caso de hacerlo perdido, intentando restaurar la institucionalidad anterior de una forma o de otra. Y es por esto último que los derechistas a veces también son llamados reaccionarios, o conservadores, o tradicionalistas.

Históricamente la derecha política estuvo inicialmente ligada a la aristocracia y al clero, en clara oposición y lucha política en contra de los desposeídos (en contra de los humildes, en contra de los menesterosos, en contra de los campesinos sin tierra, y en contra de los obreros). E inicialmente la derecha política también estuvo opuesta a la burguesía naciente, o sea a la clase propietaria no ligada ni a la aristocracia ni al clero.

Con posterioridad y ante el descrédito del régimen feudal y de los sistemas monárquicos, la derecha política evolucionó hacia posiciones más concordantes con la burguesía y con el orden burgués, así como hacia posiciones más proclives con la clase propietaria dominante y con las grandes corporaciones (tanto con las corporaciones nacionales como con las corporaciones multinacionales).

En no pocos casos la derecha política más extremista ha defendido la tesis de la poca cultura y de la falta de sentido de organización de las masas populares, lo que en ciertos casos la llevó a justificar la violencia y la represión para el mantenimiento del orden (especialmente en momentos de graves crisis económicas y sociales, o cuando las fuerzas revolucionarias amenazaban significativamente la institucionalidad existente).

Por cierto que los grupos derechistas más extremistas exaltan el verticalismo, la estructuración jerárquica, y la obediencia, lo que en muchos de los casos los liga fuertemente con las fuerzas armadas y con las fuerzas policiales, a las que precisamente suelen recurrir para ejercer la violencia y la represión. En el siglo XX, los ejemplos más representativos de la derecha política extremista sin duda fueron el nazismo y los movimientos fascistas.

Así, la derecha política extremista y la izquierda política revolucionaria adhieren ambas a la violencia, la primera ejerciéndola directamente a través de las fuerzas militares y policiales, y/o ejerciéndola a través de grupos paramilitares y parapoliciales, y la segunda ejerciéndola a través de grupos sediciosos, de grupos guerrilleros, de grupos terroristas, de grupos insurgentes, y/o a través de grupos sociales de presión organizadores de manifestaciones callejeras, de escarches, de barricadas, de peajes compulsivos, de secuestros, de asesinatos (que ellos llaman ajusticiamientos), de asaltos a mano armada, de copamientos, de piquetes, etcétera, medios a través de los que se intentan canalizar los descontentos sociales exacerbándolos al máximo.

La izquierda política extremista por lo general asigna gran importancia al entrenamiento de sediciosos, de guerrilleros, de terroristas, y de agitadores sociales, y también por lo general y de alguna manera tratan de controlar a los sindicatos, a las asociaciones estudiantiles, y a las universidades públicas, infiltrándose en estas instituciones de diversas formas y con diferentes estrategias, y tratando de consolidar allí una base de poder.

A modo de resumen y de conclusión, corresponde destacar que los orígenes de los partidos políticos se remontan al mundo antiguo o por lo menos a la época renacentista, aunque en el sentido moderno puede decirse que ellos surgieron con el desarrollo de los regímenes parlamentarios, y su auge indudablemente es paralelo con el desarrollo de los sistemas electorales.

Si bien es cierto que en unos cuantos casos los partidos políticos se crearon y conformaron en torno a un determinado y carismático líder o conductor (partidos de personalidades o partidos de notables), en el régimen parlamentario pluralista por lo general participan partidos ideológicos o partidos de opinión (partidos de ideas), los que muy genéricamente podrían clasificarse en: (1) partidos de izquierda, (2) partidos de centro, y (3) partidos de derecha. Otra tipología de los partidos políticos de uso también muy frecuente, clasifica los mismos en: (a) partidos liberales o partidos liberal-democráticos y (b) partidos conservadores o partidos republicanos. Sin duda a esta constelación ideológica también correspondería agregar a los llamados partidos confesionales o partidos religiosos, en los que las concepciones religiosas y la moral religiosa se encuentran fuertemente enraizadas. En esta última clase correspondería distinguir al grupo de los partidos socialcristianos (generalmente próximos a la socialdemocracia, al centro político, o a la centroizquierda política), así como al grupo de los llamados partidos fundamentalistas o partidos religiosos ortodoxos (generalmente asociados con la derecha política o con la ultraderecha conservadora). Eventualmente también correspondería hacer mención a otro grupo de partidos políticos constituido por los llamados partidos radicales, de orientación fuertemente reformista y anticlerical (generalmente próximos al centro político o a la centroizquierda política).

El reformismo y el ciber-reformismo

En materia religiosa, Lucero, Calvino, Hus, etcétera, son todos ellos llamados reformistas, pues todos ellos rechazaban parte de los preceptos y de los ritos constitutivos de la religión de la época. En cambio Jesús, Mahoma, Buda, Zarathustra, etcétera, son todos ellos llamados fundadores, pues todos ellos rechazaban la mayor parte de las creencias místicas y de las prácticas religiosas de la época, proponiendo e impulsando cambios muy significativos, cambios cualitativos que de hecho implicaban el establecimiento de un nuevo sistema de creencias, de un sistema religioso distinto de los anteriores, de una estructura religiosa y de unas prácticas religiosas muy diferentes a las preexistentes.

En materia política, el reformismo podría pues ser considerado como un movimiento o como un grupo de movimientos asociados tanto a cambios como a moderación.

En un sentido estricto y en el marco de la tipología presentada en la sección anterior, perfectamente podría decirse que el reformismo político estaría particularmente asociado con posiciones centristas, ya que ellas suelen ser más moderadas y más contemplativas con las otras posiciones políticas.

En lo personal, consideramos que las calificaciones de izquierda, centro, derecha, son todas ellas bastante inadecuadas en materia política, pues de hecho sugieren una linealidad y una dualidad u oposición que en alguna medida tienden a limitar las futuras ideas innovadoras y las futuras posiciones ideológicas novedosas.

Es cierto que existió y que existe oposición entre la izquierda política y la derecha política, ya que la primera suele ser fuertemente antireaccionaria y anticlerical, mientras que la segunda suele ser fuertemente anticomunista, antimarxista, y antisocialista, pero hasta cuándo vamos a tratar de encasillar a todo movimiento político dentro de este esquema que eventualmente sugiere que sería posible asignar un número entre menos uno y mas uno a todo movimiento político y a todo pensamiento ideológico, de tal forma que el entorno del valor menos uno sería el que correspondería a la izquierda radical, de tal forma que el valor cero sería el que correspondería al centrismo o centro político, y de tal forma que el entorno del valor mas uno sería el que correspondería a la derecha radical o ultraderecha.

¿Cómo es que vamos a encasillar a la orientación de un nuevo movimiento político que preconiza un cambio de cierta importancia en la institucionalidad política y en la organización política, pero que se aleja de la idea de la vuelta a un sistema anterior, que también se aleja de lo que hoy día se entiende por izquierdismo o por derechismo o por centrismo, y que también se aleja del mantenimiento del sistema actual?

¿O acaso es que se piensa que ya se ha llegado al fin de la historia política, al fin del pensamiento político, al fin de las ideologías políticas, y que de ahora en más sólo sería posible plantear variantes nuevas de las tres posiciones dominantes antes marcadas?

¿O acaso es que se piensa que sería imposible imaginar organizaciones político-sociales viables y no utópicas, que fueran ellas muy diferentes de todo lo que hasta ahora se ha ensayado?

¿O acaso es que se piensa que hay solamente tres posiciones políticas viables (izquierdismo, centrismo, y derechismo), y que nunca sería posible ensayar una cuarta posición ideológica, una cuarta vía, que en la práctica fuera viable y no traumática?

Por cierto que en lo personal pensamos que aún no se ha llegado al fin de la historia política, al fin del pensamiento político, al fin de la historia ideológica (y que tal vez nunca se llegue a ello), pues aún hay margen para planteamientos políticos novedosos e innovadores.

En lo personal opinamos que las futuras orientaciones políticas y que las futuras ideologías políticas estarán ellas en el corto plazo más cerca de las reformas más o menos moderadas, que de la fundación de bases sociales e institucionales completamente nuevas, así que es por ello que hemos preferido dar el nombre de reformismo a las bases político-ideológicas que muy probablemente surgirán en el futuro más o menos inmediato.

Véase que en cierta medida el centro político pretende rescatar lo mejor de la izquierda política y de la derecha política. En efecto, de la izquierda política por lo general toma el objetivo de perseguir una estructura social más igualitaria, más justa, más equilibrada en cuanto a las oportunidades ofrecidas, o sea el objetivo de buscar una mayor paridad de oportunidades, así como un acceso más igualitario a la educación, razonable satisfacción de las necesidades básicas para toda la población, mayor integración social y menor fractura social, etcétera. Y del liberalismo económico y social el centrismo por lo general retiene principalmente lo vinculado con las libertades individuales (libertad de prensa, libertad de opinión y de expresión, libertad en materia filosófica, ideológica, y religiosa, libertad de asociación, libertad de empresa, libertad económica, libertad política y pluralismo político, libertad sindical, libertad laboral, etcétera), así como la libre elección de Gobierno basado en un sistema democrático, basado en un sistema electoral a sufragio secreto y universal, y con votación periódica. Y de la derecha política el centrismo por lo general también toma la simpatía y el apego a las tradiciones, el respeto a la ley y al orden público, el respeto a las jerarquías y al individualismo, el respeto a las mujeres y a las personas de más edad y de más experiencia, etcétera.

Nuestras ideas sobre el reformismo que vendrá están relativamente cerca de los postulados que acaban de indicarse como característicos del centro político, aunque con la salvedad que se intentará que ninguno de ellos sea letra muerta (aunque con la salvedad que se intentará que todos ellos sean plenamente alcanzados).

Pensamos que esta realidad casi milagrosa perfectamente podría obtenerse con un uso intensivo de computadoras y de redes de transmisión digitalizada de datos, o sea a través de la aplicación en gran escala de mecanismos virtuales y nominativos, los que ciertamente deberían incluir al sector financiero y al propio manejo del dinero.

Desde nuestro personal punto de vista, esto justifica que la futura posición político-ideológica a la que nos estamos refiriendo, pueda ser ella llamada ciber-reformismo, y que la futura estructuración político-institucional del Estado, pueda ser ella llamada ciber-democracia.

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